Existen infinidad de escritos donde se menciona el uso de diferentes variedades de hongos, como remedios para tratar un sin fin de enfermedades, sobretodo en la cultura oriental. En China y Japón, por ejemplo, se conocen gran cantidad de especies que se utilizan desde el año 100 de nuestra era, para tratar muchas enfermedades.


En forma de tónico, té, tintura, en sopas o en saludables platillos (Liu y Yun-Sun,1980); Chang,1993,1996; Chobot et al.. 1995), una de ellas es Lentinula edodes, mejor conocido como Shiitake. Este hongo se conoce y se consume en Asia desde hace mucho. De hecho su cultivo se remonta al año 1,000 de nuestra era.

Otras variedades que se utilizan como medicina, sobre todo en el oriente, son el Ganoderma lucidum, Grifola frondosa, Agaricus blazei y Cordiceps sinensis, entre otros.

En el occidente apenas se le ha empezado a dar importancia a los hongos para el tratamiento de diferentes padecimientos.

Los hongos son probióticos, lo que significa que ayudan al organismo a combatir las enfermedades, restaurando el bienestar y el equilibrio natural, haciendo que nuestro sistema inmunológico funcione correctamente para eliminar a los agentes externos que podrían desequilibrar nuestra salud.

Además de ser saludables son deliciosos y muy versátiles para ser utilizados en cualquier estilo culinario.

El consumo frecuente de algunos tipos de hongos podría beneficiar nuestra salud y el bienestar general, sobre todo en lo que se refiere a la prevención de las enfermedades, que las dietas inadecuadas comúnmente ocasionan.

Existen muchos hongos con grandes beneficios para la salud humana. Uno de ellos es Penicillium notatum, el microhongo del cual se obtiene la muy famosa penicilina.

También hay especies que poseen sustancias activas anticancerígenas y antitumorosas. En la actualidad se estudian muchos hongos, en un esfuerzo por encontrar la cura para el Sida.